LA NUBE Y LA DUNA

Una joven nube nació en medio de una gran tempestad en el mar
Mediterráneo. Pero casi no tuvo tiempo de crecer allí, pues un fuerte viento
empujó a todas las nubes en dirección a África.
Cuando llegaron al continente, el clima cambió: un sol generoso
brillaba en el cielo y abajo se extendía la arena dorada del desierto dell
Sahara. El viento las continuó empujando en dirección a los bosques del sur, ya
que en el desierto casi no llueve.
Entretanto, así como sucede con los jóvenes humanos, también
sucede con las jóvenes nubes: la nuestra decidió desgarrarse de sus padres y de
sus más viejos amigos para conocer el mundo.
-¿Qué estás haciendo? - protestó el viento. - ¡El desierto es todo
igual! ¡Regresa a la formación y vayamos hasta el centro de África, donde
existen montañas y árboles deslumbrantes!
Pero la joven nube, rebelde por naturaleza, no obedeció. Poco a
poco fue bajando de altitud hasta conseguir planear en una brisa suave,
generosa, cerca de las arenas doradas. Después de pasear mucho, se dio cuenta
de que una de las dunas le estaba sonriendo.
Vio que ella también era joven, recién formada por el viento que
acababa de pasar. Y al momento se enamoró de su cabellera dorada.
- Buenos días - dijo. - ¿Cómo se vive allá abajo? - Tengo la
compañía de las otras dunas, del sol, del viento y de las caravanas que de vez
en cuando pasan por aquí. A veces hace mucho calor, pero se puede aguantar. ¿Y
cómo es vivir allí arriba? -También existen el viento y el sol, pero la ventaja
es que puedo pasear por el cielo y conocer muchas cosas. - Para mí la vida es
corta - dijo la duna. - cuando el viento vuelva de las selvas, desapareceré, -
¿Y esto te entristece? - Me da la impresión de que no sirvo para nada. - Yo también
siento lo mismo. En cuanto pase un viento nuevo, iré hacia el sur y me
transformaré en lluvia. Mientras tanto, éste es mi destino.
La duna vaciló un poco, pero terminó diciendo: - ¿Sabes que aquí
en el desierto decimos que la lluvia es el Paraíso? - No sabía que podía
transformarme en algo tan importante - dijo la nube, orgullosa.
- Ya escuché varias leyendas contadas por viejas dunas. Ellas
dicen que, después de la lluvia, quedamos cubiertas por hierbas y flores. Pero
yo nunca sabré lo que es eso, porque en el desierto es muy difícil que llueva.
Ahora fue la nube la que vaciló. Pero enseguida volvió a abrir su amplia
sonrisa: - Si quieres, puedo cubrirte de lluvia. Aunque acabo de llegar, me he
enamorado de ti, y me gustaría quedarme aquí para siempre. - Cuando te vi por
primera vez en el cielo también me enamoré - dijo la duna. - Pero si tú
transformas tu linda cabellera blanca en lluvia, terminarás muriendo.
- El amor nunca muere - dijo la nube.- Se transforma. Y yo quiero
mostrarte el Paraíso.
Y comenzó a acariciar a la duna con pequeñas gotas. Así
permanecieron juntas mucho tiempo hasta que apareció un arco iris.
Al día siguiente, la pequeña duna estaba cubierta de flores. Otras
nubes que estaban buscando, y soltaban más lluvia. Veinte años después, la duna
se había transformado en un oasis, que refrescaba a los viajeros con la sombra
de sus árboles.
Todo porque, un día, una nube enamorada no había tenido miedo de
dar su vida por amor.
Paulo Coelho

