MEDITACION DEL MAR
La meditación del mar se
efecúa de esta forma:
Sentado cómodamente,
realice cinco respiraciones lentas y profundas, tomando el aire por la nariz y
exhalándolo por la boca en un soplido.
Imagine estar en una
playa: la arena está tibia, al igual que el Sol. Todo está en reposo..., todo
es apacible. Sólo llega un débil rumor que procede del mar que se encuentra a
pocos metros. La sensación de paz es total y absoluta.
En determinado momento una
ola tibia acaricia sus pies, que se relajan por completo, después de ese roce
apenas perceptible. Si lo desea, imagine que ese roce se repite hasta que la
relajación sea absoluta.
Al cabo de unos segundos, la
ola regresa suavemente a sus pantorrillas, rodillas y pies, se aflojan por
completo. Sienta esas partes de su cuerpo flotar, livianas, mecidas por el
agua.
Repita esta misma escena,
imaginando que el agua roza distintas partes de su cuerpo: piernas, muslos,
caderas, abdomen, torso completo, manos, brazos, cuello, rostro, cabeza.
Por último, todo su
cuerpo.
Una vez que su ser
completo esté sumido en un relax profundo y absoluto, perciba el Sol como una
suave mano tibia que arroja un polvillo dorado sobre su rostro. Los rayos
dorados relajan y a la vez transmiten una poderosa energía a su frente,
párpados, pómulos, mejillas, nariz, labios, cuero cabelludo, nuca, orejas y
cuello.
Alcanzado este estado de
serenidad, quietud y bienestar total, intente que su mente quede en blanco. Si
algún pensamiento se presenta no luche contra él, simplemente déjelo pasar,
intentando no fijar su atención en él. El objetivo es lograr permanecer la
mayor cantidad de tiempo posible en estado de vacío.
Finalmente, después de realizar cinco respiraciones lentas y profundas, vaya abriendo los ojos muy despacio y comience a moverse con suavidad, como si estuviera desperezándose, saliendo de un prolongado y reparador sueño.



